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miércoles, 4 de agosto de 2010

Legado de la Revolución Francesa


El 4 de agosto de 1789 la Asamblea Constituyente francesa votó la supresión de los derechos feudales y de las justicias señoriales, la redención de los diezmos y tributos a los señores, la abolición de todos los privilegios, el establecimiento de la justicia gratuita y la admisión de todos los franceses a todos los empleos. Ese fue el final del Antiguo Régimen social en Francia. La Asamblea pudo entonces reconstruir la sociedad sobre nuevas bases. Decidió colocar a la cabeza de la Constitución una exposición de los principios generales sobre los cuales se fundaría el nuevo orden. Esta fue la célebre Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, votada el 26 de agosto de 1789. Se compone de diez y siete artículos y fue puesta "bajo los auspicios del Ser Supremo". Quedaban así establecidas las garantías individuales apoyadas por un gobierno constitucional. Pero esta Declaración fue también el advenimiento de la igualdad ante la ley, sin la cual la libertad no sería sino un privilegio más de los, poderosos. Para los franceses de 1789 libertad e igualdad eran inseparables: dos palabras para una sola idea. La nación quedaba, por así decirlo, fundada de nuevo, apoyada en la libertad de sus habitantes y en la igualdad de sus derechos. Por consenso voluntario de sus ciudadanos la nación francesa se proclamaba una e indivisible. El 14 de julio de 1790 se declaraba un estado federado en el cual sus habitantes eran libres y autónomos para elegir su destino. Ésta fue una de las más originales aportaciones de la Revolución.


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