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Es la desembocadura de la revolución en un poder personal mucho más férreo y absoluto que antes, en manos de un militar que se proclama cónsul y luego emperador dinástico hereditario. Ya en la época se planteó que eso liquidaba la revolución. Pero fue Napoleón el que organizó el Estado con las ideas de la revolución y el que la extendió por Europa, aunque por la fuerza sangrienta de las armas, antes de llevarla a la derrota en Waterloo. La revolución se extendió por el mundo, pese a su derrota, como siempre, y lo que ha quedado de ella es lo que Napoleón elaboró con las ideas de la revolución.
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